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Termina Negociación Colectiva de Trabajadores de la Viña San Pedro Tarapacá S.A.

Grupo Luksic jugó con fuego

En el marco de la negociación colectiva 2024, y tras 35 días de complejos debates entre las y los trabajadores agrupados en el Sindicato Nacional de VSPT y la empresa, el proceso terminó en el Centro de Conciliación y Mediación Metropolitana Oriente de la Dirección del Trabajo.

El resultado del pacto colectivo dejó un sabor amargo en las y los empleados que empeñan el mayor y mejor tiempo de su vida y el despliegue de sus más altas habilidades laborales en la firma vitivinícola top en exportaciones de Chile hacia el mundo, debido a que la respuesta de la patronal no se condijo en absoluto con los esfuerzos psicológicos y físicos volcados en la Viña cotidianamente.

Lo ocurrido, es preciso contextualizarlo conforme a la ofensiva general del gran empresariado que opera en Chile y el globo. Los grandes grupos económicos, monopolios y oligopolios, en manos de un puñado insignificante de la población en relación a las inmensas mayorías sociales que producen la riqueza, luego de décadas de golpes premeditados contra el sindicalismo y cualquier tipo de organización de los trabajadores, usa todos los medios a su alcance para obtener el mayor lucro posible con la menor inversión y en el más breve tiempo posible. 

Desde el punto de vista del gran empresariado, los salarios de los trabajadores son un costo de producción, un gasto, al igual que el costo de una máquina, de una nueva tecnología y de las materias primas. En cambio, para la clase trabajadora, la venta de su fuerza de trabajo por un sueldo, la venta de su tiempo vital y capacidades laborales por un salario, es la única manera que tiene para subsistir. Por ello, bajo el régimen del lucro, la relación entre el empresariado y los trabajadores siempre es desigual, y siempre es favorable al empresario, hasta que no cambien estructuralmente las “reglas del juego”, las relaciones de poder y de fuerza entre unos y otros, y se logre conquistar una sociedad verdaderamente democrática, basada en la justicia social y el progreso de toda la humanidad, y no sólo de una minoría.

A nivel local, vemos cómo 14 mil trabajadores de la compañía estadounidense Walmart se encuentran en huelga, exigiendo simplemente el derecho elemental de negociar con la empresa. En este caso, la fuerza del empresariado es tan grande que, hasta el momento, es capaz de negarse a sentarse a conversar con los representantes sindicales. Por eso, la unidad de la clase trabajadora no sólo tiene que funcionar al interior de una empresa en particular, sino que entre las y los empleados de todas las empresas que se enriquecen con la labor de los asalariados. Esa solidaridad no tiene que ver con la “buena voluntad”. Se trata de una necesidad para que los trabajadores se aproximen a la posibilidad de que la clase de los empresarios capitalistas ceda ante los derechos exigidos por los empleados. La ‘unidad’ para los trabajadores no es una conducta cualquiera. Es la condición concreta para combatir la desigualdad y la injusticia social.

En Chile, como en otras partes del mundo, los grandes empresarios ocupan el argumento de la “crisis económica” para explotar más y pagar menos a los trabajadores. Si no es una crisis, es la pandemia, y si no es la pandemia, es una recesión o una depresión financiera. Sin embargo, esa crisis es propia de la clase empresarial. No la causaron los trabajadores. Eso sí, y ocupando sus medios de comunicación, intentan convencer de que la crisis es de toda la sociedad, cuando realmente es sólo de ellos. Por diversos motivos, ya no lucran lo mismo que antes, entonces traspasan su crisis para que la paguen los trabajadores. ¿Cómo? Despidiendo empleados, subiendo el costo de la vida, bajando y congelando sueldos; obligando a los trabajadores a laborar más por iguales remuneraciones; dividiéndolos, golpeando al sindicalismo donde existe; endeudando a la gente por toda la vida y, mediante salarios enanos, impidiendo que ahorren para una casa propia y bienes duraderos. Los grandes grupos económicos han convertido a Chile en un país donde hay que pagar por todo, aunque los trabajadores cancelen el IVA, engorden a las AFP por pensiones de hambre, sean presa de la especulación y las alzas al antojo de los dueños privados de los servicios básicos, y tengan que costear por sí mismos la salud y una educación más o menos decente para sus hijos.   

En este sentido, históricamente, “La Huelga” ha sido la última herramienta de lucha con la que cuenta la fuerza de trabajo para reivindicar sus derechos. En sus inicios, la huelga tuvo como propósito detener la producción de la fábrica, de modo que se establecía una suerte de batalla entre quienes podían sostener más tiempo el conflicto: los dueños de la industria sin cumplir con sus compromisos productivos y perdiendo utilidades, y por otra parte, los obreros tolerando el hambre, la represión estatal y los rompe-huelgas. En el Chile del primer cuarto del siglo XXI, y al igual que hace más de un centenario, la legislación favorece al gran empresariado. De hecho, ante una huelga, la ley permite al empresario capitalista cerrar temporalmente el negocio una vez que los empleados la efectivicen; los contratos se suspenden, con lo que el empleador no está obligado a pagar las remuneraciones, ni el seguro de cesantía, ni los beneficios pactados individual o colectivamente, como tampoco tiene el deber de tramitar las licencias médicas. Por tanto, durante la huelga los trabajadores tienen que cancelar sus cotizaciones de forma personal, sin derecho a presentar una licencia médica, y menos hacer efectivas sus vacaciones, ya que su contrato se encuentra suspendido.

Pese a que formalmente la duración de la huelga es determinada por los socios del sindicato, la normativa faculta a la empresa para “persuadir” a los trabajadores, previo acuerdo, desde el día 15 de la movilización en adelante, lo que significa que el empleado puede retornar a su trabajo, descolgándose de la huelga y debilitando a la organización. Después de un tiempo, la patronal puede reemplazar a los trabajadores y, tras el término del conflicto, como ocurre en la gran mayoría de los casos, deviene el castigo empresarial mediante la persecución a los trabajadores que participaron en la huelga, así como los despidos masivos. En muchas ocasiones, y con la excusa de que los empleados movilizados se apostan en la entrada de las locaciones empresariales, la dirección empresarial acude a la represión policial y a los sindicatos amarillos (o sea, a aquellos subordinados a los intereses de la compañía) que, a cambio de unos pesos, sustituyen a sus colegas en huelga.

En el caso de la negociación colectiva 2024 del Sindicato con la VSPT, cuando se cumplieron todos los plazos adicionales para continuar en negociación, la empresa frente a la funcionaria del Centro de Mediación clausuró la posibilidad de seguir conversando, luego de un llamado telefónico del gerente general a sus ejecutivos subordinados, arguyendo que ‘no hay más recursos’. Sin poder cerrar el proceso en la propia mesa de negociaciones, la directiva sindical convocó a las y los socios para debatir y reflexionar sobre la última oferta, y luego votar si hacer o no efectiva la huelga. A través del ejercicio de la democracia interna, los afiliados a la organización se inclinaron por no efectivizar la huelga. 

La última propuesta de la firma de la vitivinícola “estrella” del grupo Luksic (familia poseedora de la mayor fortuna de Chile y el continente), concretamente, incrementó en la enorme mayoría de las cláusulas los valores del piso de la negociación. Además, se agregaron nuevas cláusulas en beneficio del conjunto de los empleados, como por ejemplo un Bono Anual de Invierno en junio, el cual se pagará en la liquidación correspondiente a julio del año en curso. Asimismo, la empresa se comprometió a dotar al personal de un convenio funerario, como también se conquistó un Bono de Emergencia Industrial; el pago proporcional de un Seguro Automotriz para los vendedores, y se suscribió la obligación de la compañía de “Publicar e Informar” a los vendedores la Tabla de Bonos o Comisiones cuando afecte el incremento del IPC. De igual modo, se recuperó la obligación del empresario de “Pagar el Transporte de ida y vuelta de la Madre Trabajadora” cuando deba ir a amamantar a su hijo, derecho que se había perdido en el pasado gobierno de derecha. En la misma línea, se incrementaron e igualaron las 3 asignaciones anuales de vinos; y entre otras mejoras, se consiguió mantener vigente la cláusula de los “Incrementos de Sueldos Bases” que tiene el propósito de aumentar los sueldos más bajos de la plantilla en un 5.35 por ciento, procurando colaborar con el mejoramiento de los trabajadores más afectados por el régimen de desarrollo político, económico y social imperante.

Igualmente, el convenio incrementó el monto y los valores de las Becas de Estudios, aumentando también a 90 UF el préstamo automotriz para la fuerza de ventas, y la empresa se comprometió a continuar mejorando la calidad de la ropa de trabajo.

En resumen, y a juicio del presidente del Sindicato, Marcelo Sepúlveda D., “no fue un proceso fácil, entendiendo que no todas las negociaciones son iguales debido, entre otras cosas, a las modificaciones del contexto en el país, en el mundo, y en la situación de las relaciones de fuerza entre el capital y el trabajo”, y agregó que “urge bregar por que se imponga la razón colectiva por encima de la motivación individualista, egoísta. La negociación reciente vino a ratificar la vigencia de la lucha de clases, la desigualdad social y la existencia de explotadores y explotados. La acumulación de experiencias de lucha por nuestros derechos sociales, como clase mayoritaria que lo único que tiene para vivir es la venta de su fuerza de trabajo y sus habilidades laborales, paulatinamente va forjando nuestra visión de mundo y conciencia de la realidad y de nuestros intereses, que son los de toda la humanidad. Nuestro deber es prepararnos para levantarnos contra la explotación, tal como nos enseñaron Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest. Somos ese inmenso océano social que puede vencer el egoísmo, la competencia bestial entre iguales e incluso evitar la devastación ecológica de la vida tal como la conocemos.  Aunque parezca un aporte minúsculo, años tras año, negociación tras negociación, día tras día, debemos aspirar a ganar la convicción profunda de que el sindicato, la organización independiente de los intereses mezquinos de la clase capitalista, es el instrumento legal más eficaz que tenemos las y los trabajadores para mejorar integralmente nuestras vidas”.